No tiene nombre aún este planeta de poemas perdidos, 
que pacientemente ha soportado la lluvia de mi llanto de letras,
Lo suficientemente generoso como para dejarme habitarlo cuando alucino, en presencia de mi eterna nana, que ahora me observa convertida en espacio, regresa a mi en esta forma de páginas blancas,
Tan solo ella puede hacer algo así.
Nadie me había amado tanto, fielmente, esperando para absorber lo que sea que sale de mi, por eso cuido mis palabras de un tiempo a la fecha, pues se que ruega porque buenas cosas salgan de mi dolor.
Es este el espacio donde encuentro mi habitación segura.
Se me cierran los ojos del sueño y quisiera decirte tantas cosas antes de que el olvido me abrace.
Lo más importante es que sepas que siempre de lo que desees puedes tejer una nueva historia,
Y dicen algunos que los sueños se cumplen.